PASO DE LIMPIABOTAS A OFICIAL DE PRIMERA LINEA

Un policía ejemplo de superación

El coronel Bernardo Santana Páez es el prototipo del policía que no se conformó con vestir de gris para ostentar esa condición.

Por Víctor Méndez

El Nacional

La vida, que guarda por lo menos una decepción importante a la existencia de cada ser humano, le jugó una mala pasada a Bernardo Santana Páez, cuando algún tiempo después de su ingreso a la Policía se dio cuenta de que él realmente no era policía.

Ingresado como conscripto el 14 de abril de 1977 y ya alcanzado el rango de raso policial, Santana Páez creía que ser policía implicaba interponer distancia entre él y la población, a la que habría que reprimir por lo menos a macanazos siempre que se presentara una oportunidad para ello.

Desde pequeño anduvo entre militares y policías que comían en la fonda que operaba en su casa, lo que le llevó a fijarse como meta ingresar a la Marina de Guerra cuando fuera grande, rama militar hacia la que despertó su predilección.

El muchacho crecía y su meta de ser marinero estaba cada vez más definida, aunque una parte de su familia no la compartía y sus compañeros de estudios creían que finalmente  se decidiría a estudiar medicina.

Pero nadie esperaba que Bernardo sería médico porque fuera un estudiante brillante o por lo menos bueno, sino porque donde se supiera que uno de sus compañeros de estudios o vecinos estaba aquejado de un dolor, allí aparecía para “recetarle” algo.

Así transcurrió su vida de estudiantes, y cuando alcanzó la edad apropiada no vaciló en viajar desde su Miches natal hacia Santo Domingo, con la intención de ingresar como cadete a la Marina de Guerra.

Recuerda que “tomé el examen para cadete, pero algunos de mis familiares no quisieron que ingresara a la Marina. Uno de ellos, mi tío Tito, me aconsejó que me enganchara a la Policía, y aunque no era eso lo que realmente yo quería, lo hice”.

La decepción

Recuerda el ahora coronel que rebasada su conscripción y ya con el “rango” de raso, vino al país el primer teniente de la Policía de Puerto Rico Luís A. Rivera Figueroa, contratado para impartir un adiestramiento a un grupo de policías dominicanos.

El adiestramiento que impartiría el teniente Rivera Figueroa era en técnicas modernas para tratar a menores con problemas de conducta, como primer paso hacia la integración de la Policía de asuntos juveniles.

Y entre los policías que participarían en papel de alumnos figuraba el entonces raso Santana Páez.

Recuerda ahora el oficial que cuando comenzó a aprender de aquel maestro “me dí cuenta de que aunque me había guardado de policía, en realidad yo no era policía… sufrí una gran decepción”.

Añade que “aprendí del primer teniente Rivera Figueroa que el policía es como una especie de médico de la sociedad. El me decía que la policía es para resolver los problemas de la sociedad y no para estar en contra de ella”.

Aquel maestro le inculcó la necesidad de tener conocimientos de criminología y criminalista, porque ello ayuda al policía a entender el comportamiento criminal y a prevenir la comisión de hechos delictivos, así como lo concerniente a las pruebas o evidencias.

Consciente de que no estaba preparado para ser policía, Santana Páez sintió encendida la crispa que lo alentaba a estudiar, y le pidió al teniente Rivera Figueroa que lo ayudara a obtener una beca en Puerto Rico.

Algún tiempo después consiguió la diligencia beca y obtuvo también el consentimiento de sus superiores para trasladarse a Puerto Rico a continuar su preparación e iniciar la carrera que lo transformaría con el paso de los años en uno de los oficiales de la policía mejor preparados.

66 diplomas

Y mientras, aquel estudiante de secundaria que no se situaba precisamente entre los mejores de su curso, y cuyos compañeros más aplicados en su mayoría alcanzaron niveles profesionales, ha de figurar desde ya como uno de los michenses que mayor cantidad de diplomas y certificados ha logrado acumular, 66 en total, por su dedicación a los estudios con miras a una cada vez más acentuada preparación individual.

Con carreras y post grados en las universidades Autónoma de Santo Domingo (UASD) y de Puerto Rico (UPR), y cursos de especialización  en diferentes ramas del saber policíaco-militar impartidos por diferentes escuelas y organismos de Estados Unidos, el ahora coronel Santana Páez tiene las paredes de su oficina privada prácticamente “forradas” de diplomas.

Funciones civiles

Actualmente director general de prisiones, el coronel Bernardo Santana Páez ha desempeñado diferentes funciones policiales y civiles, que van desde ayudante del fiscal del Distrito Nacional hasta asistente del procurador General de la República.

Para las funciones que ha desempeñado en el ámbito civil ha debido ser suspendido de toda actividad policial, y aquellas incluyen además las de encargado del Departamento de Quejas y Querellas  de la Fiscalía del Distrito Nacional.

Mientras, ostentó también el cargo de supervisor general de prisiones, antes de ser designado titular de esa dependencia, funciones que tiene bajo su responsabilidad.

El coronel Bernardo Santana Páez es, en definitiva, el prototipo del policía que no se conformó con vestir de gris para ostentar esa condición.

Ostenta rango y funciones cada vez más reservados a individuos preparados. Y preparación implica esfuerzos y sacrificios a los que pocos están dispuestos, en un mundo y una época en los que la inversión de valores alienta a muchos a preferir intentar disfrutar ahora de lo que les correspondería luego.

Trascripción del reportaje publicado en el periódico El Nacional, martes 6 de mayo del 1997, Página 28.

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