De limpiabotas a brillante oficial de PN

EL MAYOR SANTANA

REDACCION UH  DOMINICAL

Trabajosamente, el sargento, regordete y con aspecto bonachón, se paró en atención frente al mayor de la Policía Bernardo Santana, un joven mulato que de inmediato inquirió al subalterno que si lo conocía.

1 No lo recuerdo, señor, respondió el sargento como si estuviera disparando las palabras.

2  Yo soy el limpiabotas a quien usted hace muchos años le quedó debiendo $1.50 en Miches.- El sargento no tuvo más remedio que pagar  la deuda, afortunadamente sin los intereses acumulados durante más de veinte años, y tras ello se confundió en un fuerte abrazo con su superior.

Al igual que el sargento, Bernardo Santana Páez vino a parar a la Capital desde Miches buscando otros aires, tras haberse dedicado, de mozalbete, a limpiar zapatos a policías y guardias en el comedor de la abuela.

 Sólo que vino cargado de sueños y hoy está cargado títulos.

Con solo 41 años, este oficial de origen tan modesto, ha alcanzado lauros académicos que lo sitúan como uno de lo mejor preparados de su generación.

Actual director de la Escuela de Investigaciones Criminales de la Policía, el cargo por sí mismo, al igual que su aspecto jovial no delatan a quien es también licenciado en Derecho con Postgrado en Derecho Penal y Maestría en relaciones internacionales, licenciado en criminología, post-grado en ciencias forenses, profesor de Derecho, criminología y criminalística en la Universidad Autónoma, catedrático invitado en la Universidad Madre y Maestra, profesor de post-grado de ciencias jurídicas en la universidad Pedro Henríquez Ureña y profesor de curso para jueces de la Suprema Corte de Justicia y profesor contratado del Instituto Latinoamericano de las Naciones Unidas para la Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente de las Naciones Unidad (ILANUD).(¡UF!).

Cuando dicho, junto a la caja de limpiabotas, Bernardo fue como otros chicos de su edad y condición social. Jugó a “camán” montado sobre caballo de palo de escoba que maniobraba con un jirón de vieja tela.

En el comedor de la abuela, en el que frecuentaban principalmente guardias  y policías, Bernardo empezó a codearse sin querer con el que sería su mundo posterior  mientras ilustraba zapatos a $1.50…!Mensual!

Es natural que de niño quisiéramos ser policías. Siempre me gustó la idea y cuando vine a la Capital no dudé un instante en solicitar mi ingreso”, recuerda hoy Santana.

De conscripto, en 1977, fue ascendido gracias a sus dotes meritorias, que muy pronto le dieron a conocer entre la alta oficialidad como un miembro de elevadas calificaciones. Durante siete años realizó estudios becados en academias del extranjero. Ciencias Policiales en Puerto Rico, investigaciones por invitación del Servicio Secreto de los Estados Unidos, Balística Forense por vía del Departamento de Justicia norteamericano en Honduras, Fotografía Criminal con el Federal  Beaureau of Investigations (FBI),  Curso de Vehículos Robados, en Atlanta, de Sustancias Controladas, en el Drug Enforcement Agency (DEA) (y la lista no para ahí).

Hoy ha sido capaz de adiestrar a numerosos oficiales y alistados en prevención e investigación criminales, así como a militares de jóvenes a través de cursos y seminarios sobre prevención de drogas y delitos.  Fue el primer director de la academia de la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD).

“Sólo hago devolver a la sociedad, a través de la Policía, lo que la institución me brindó como oportunidad para desarrollarme profesional y humanamente”, declaró el mayor Santana cuando fue abordado por UH a propósito del reconocimiento de que fue objeto al ser galardonado con El Guachupita de Oro.

No es como en el cine

Este experto en pesquisas policiales comprobó hace mucho que dista mucho de la realidad la forma en que investigan los agentes como Quincy o Beretta que como lo hace un policía “de a verdad”.

“En la televisión como en el cine, las investigaciones se presentan con un facilismo asombroso como, por ejemplo, cuando se ordenan pruebas  al laboratorio sobre un caso de crimen”, apunta Santana al observar que una indagatoria puede demorar mucho tiempo y que requiere de paciencia y dedicación absoluta. “No es tan sencillo como aparece en las películas”.

Aprovecha para corregir que no debe hablarse de pruebas sobre un hecho sin evidencias, pues son éstas las que podrían conducir finalmente a probar tal o cual ocurrencia.

“El investigador procura evidencias que eventualmente lo conduzcan a probar algo”, precisó Santana, al destacar los avances que en materia de criminalística –técnicas modernas para develar el hecho delictuoso- caracterizan hoy la Policía Nacional.

Trascripción del artículo publicado en el periódico Ultima Hora Dominical, 5 de febrero del 1995, Página 3.

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